El cartel de don Uribe

Publicado en: Giovanni Acevedo
Me zarandea encontrar tantas coincidencias entre el senador Álvaro Uribe y el ex congresista Pablo Escobar. Si ustedes estudian el comportamiento delictivo del narco paisa, y el comportamiento político del jefe del centro democrático, seguramente se sorprenderán.
Ignoremos que los dos son paisas. Ignoremos que eran contemporáneos, don Pablo nacido en el año 1949 y don Uribe en 1952. Ignoremos también que en algún momento sus vidas se cruzaron así fuera responsabilidad neta del azar; don Pablo como un nuevo rico con la necesidad de adquirir matrículas para sus aviones, avionetas y helicópteros, y permisos para la construcción de pistas donde todos estos aparatos pudieran aterrizar con dólares, y despegar con cocaína, y don Uribe, como director de la aeronáutica civil en Antioquia, como hijo de un hacendado de la región, político e impulsor de lo que más adelante se convertiría en un ejército delictivo privado, las AUC, como reconocido líder, cómo colegas…
Lo que no podemos ignorar es, ¿qué fue lo que Álvaro Uribe hizo para ayudar a desenmascarar al narcotraficante más taquillero de la historia en Colombia? Y que su guerra contra el estado nos ha costado a todos los colombianos, no solamente muerte, sino, además, un letrero en la frente que nos bautiza como narcos para el resto del mundo. La historia de Pablo Escobar es solo una más de todas las que hasta ahora hemos conocido de un negocio ilegal, que aún no ha sido posible desmontar. Y tal vez sea la guerra que Pablo Escobar sostuvo con el estado, lo que ha inmortalizado su nombre en leyendas, documentales, series y estudios académicos. De Pablo Escobar se ha dicho absolutamente todo, pero del entorno político en el que amasó su fortuna, casi nada.
La fama de hombre de negocios, próspero y bondadoso de la que Escobar gozaba en toda Antioquia, comenzó a desmoronarse en el año ochenta y tres, cuando Guillermo Cano, director del diario El Espectador, publicara la primera editorial de muchas, que se dedicarían a ventilar todo lo que los dirigentes políticos, empresarios, personalidades y autoridades en Antioquia evitaban reconocer y es que todos estaban bajo la ley de Pablo. Para esa época, Álvaro Uribe era alcalde de Medellín. Un año más tarde, el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara, marcó el inicio de una guerra que dejaría miles de muertes en toda Colombia. Para entonces Álvaro Uribe era concejal de Medellín. Escobar muere en el tejado de una casa barrial, el dos de diciembre de 1993, dejando a Medellín destruido, al país desbarajustado y renunciando a responder muchas preguntas que hoy siguen en el limbo. Una de ellas siendo: “¿Quién es Álvaro Uribe?”. Mientras el país se ahogaba poco a poco en el miedo, y la prensa registraba aviones derribados, muertes de candidatos presidenciales, secuestros, sangre y desesperación, don Uribe pasaba del concejo de Medellín al Senado de la República, y dos años después del final de don Pablo, don Uribe es gobernador de Antioquia.
Former Colombian president Alvaro Uribe speaks during an interview with AFP in Asuncion on September 19, 2013. Uribe is in Paraguay for the presentation of Carlos Mateo Balmelli's novel "La Pasion de Lucrecia" (Lucrecia's Passion). AFP PHOTO/NORBERTO DUARTE        (Photo credit should read NORBERTO DUARTE/AFP/Getty Images)
¿Cuál fue la posición de don Uribe sobre Pablo Escobar? Eso no lo sabemos. Sabemos que todos los que decidieron no dejarse comprar de Escobar y por lo contrario, denunciarlo, terminaron muertos. Porque así era la ley de Pablo “plata o plomo”. Pero don Uribe está vivo. Como Santofimio, la diferencia es que él está preso.
Hay algo más intrigante en esta historia. En el ochenta y uno, mientras don Uribe era director de la Aeronáutica Civil, (entidad que le dio permisos a Pablo Escobar para construir pistas, y le concedió matrículas a sus aparatos del aire) nació la primera expresión del paramilitarismo colombiano. Doscientos hombres bajo el nombre (MAS) y financiados por los narcos paisas, tenían la misión de matar a los responsables de los secuestros extorsivos, de miembros de las familias más adineradas de Antioquia. En el ochenta y tres, don Uribe es notificado del secuestro de su padre por parte de un grupo guerrillero. Don Uribe acudió al entonces director del DAS de Montería, y con su ayuda lograron capturar una docena de guerrilleros en el rescate. Algo que no cuentan los fieles uribistas, es que don Uribe solo duró tres meses como alcalde de Medellín, pues fue retirado de su cargo por su posible asociación con los grupos paramilitares. Y que el DAS estaba al servicio de don Pablo. Tampoco cuentan que ese director del DAS que le ayudó con el rescate de su padre, estuvo envuelto en investigaciones por inventar atentados en contra de don Uribe, cuando ya era presidente en el 2003. Este señor salió de prisión por falta de pruebas y acusó al director general del DAS, Jorge Noguera, de ser el responsable del montaje que estaba perjudicando su nombre. En el 2007, Noguera es capturado por diferentes delitos cometidos como director de DAS, entre ellos, homicidio y concierto para delinquir. En el 2011 es condenado por la Corte Suprema de Justicia, al comprobar vínculos con los paramilitares. ¿Casualidad?
Don Pablo Escobar Gaviria, le mostró el camino a la delincuencia organizada colombiana, para llegar a negociaciones con el gobierno y así liberarse de persecuciones y enjuiciamientos. Y aquí vienen varias casualidades. Don Pablo sobornó e infiltró la política, no solo para tener control del Congreso, sino para anular la extradición modificando nuestra constitución. Don Uribe desmovilizó a las AUC sin aprobación democrática. Finalizando su primer gobierno, el país se enteró, que la política nacional estaba infiltrada por las AUC. Miembros de este grupo armado financiaron y se postularon a campañas al congreso, alcaldías y gobernaciones de todo el país. Este escándalo es conocido como la “parapolítica”. Y fueron estos parapolíticos, los que lograron modificar la constitución para darle vía libre a la reelección del presidente don Uribe. ¿Casualidad?
Don Pablo, el patrón de patrones, como lo nombran en algunos libros, fue retirado del movimiento político que lideraba Luis Carlos Galán, por considerar que el paisa no tenía cómo demostrar legalmente los negocios con los había capitalizado su enorme fortuna. (Algo como los hijos de Uribe, que no han logrado demostrar la legalidad de sus negocios). Esto hizo pensar a don Pablo, en crear su propio movimiento político, en el que él fuera el jefe natural, en el que todos sus integrantes lo idolatraran y por supuesto, le obedecieran sin siquiera un chistido. Eso no sucedió y don Pablo prefirió el camino de la violencia. En el 2013, Uribe decide crear su propio partido político, entonces nace el Centro Democrático. Con esta representación “democrática”, don Uribe ha ganado terreno en las elecciones regionales y en el Congreso, y es con este partido político con el que ha emprendido su lucha por desestabilizar al gobierno actual, motivando manifestaciones, paros y desmanes exigiendo la renuncia del presidente y varios de sus funcionarios. ¿Casualidad?
El proceso de desmovilización de las AUC fue cobijado con la Ley de justicia y paz, aprobada por el Congreso (infiltrado por paramilitares) en el 2015. Esta Ley, y el proceso en general, han sido señalados por organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos por ser benévola con los crímenes atroces y por servir para que narcotraficantes lograran estos beneficios, haciéndose pasar por cabecillas de falsos grupos paramilitares. Lo mismo quiso hacer don Pablo. Después de su fuga de la Catedral en julio del noventa y dos. Teniendo la presión de la fuerza pública y sus enemigos del narcotráfico, Escobar planea internarse en las montañas y crear un frente guerrillero, con el que lucharía por los ideales que, según él, representaban las necesidades del pueblo, para lograr por este camino, obligar al gobierno a negociar y sacar provecho de los beneficios que estas negociaciones arrojan. ¿Casualidad?
Algo que no le pudieron quitar nunca al jefe del cartel de Medellín, fue el cariño y el respaldo de un sector de ciudadanos que veían en él, una persona buena, sencilla y sensible con las necesidades de los más pobres. Incluso muchos aún lo ven como un ejemplo a seguir, no importa cuánto sufrimiento causó, y cuánto mal le ocasionó al país. Pareciera que don Uribe goza del mismo sentimiento. No importa lo que pasó con su primera reelección, con su intento de segunda reelección, tampoco con todos los señalamientos de haber apoyado, patrocinado y pertenecido a grupos paramilitares. No importan las chuzadas a periodistas, no importan las irregularidades administrativas en sus dos gobiernos, ni las investigaciones e imputaciones a gran parte de sus más cercanos colaboradores. No importa que su hermano hoy esté preso por paramilitar, y que su primo, su socio de la política en Antioquia, hoy pague condena por nexos con los paramilitares. Ni que sus familiares tengan nexos con carteles mexicanos. No importa que sus hijos se hayan enriquecido utilizando el poder de su padre como presidente de Colombia. A los fieles de don Uribe no les importa nada, incluso lo ven como un ejemplo a seguir. Lo adoran porque se muestra como un arriero, mal hablado y sencillo, cercano al pueblo, que habla de frente y es bondadoso, exactamente, el mismo perfil de don Pablo. ¿Casualidad?
Hasta la próxima
Giovanni Acevedo

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